Fuera de lugar.

Que a pesar de todo, es como me siento después de... diecisiete años. Diecisiete años condenado a una nacionalidad que no pedí, a un destino obligado, a un porvenir sin porvenir. Y a medida que pasa el tiempo, ni porvenir, ni sin venir. Muchos días me invade la desazón al ver las mismas caras, los gestos de desdén, de repudia, de rechazo... que duelen pero no hieren del todo, a pesar de la fortaleza que saco muchas veces no se de donde, mis energías hay en momentos que me impiden seguir adelante.

Muchas veces pienso que si yo hace diecisiete años hubiera sido el dueño de mi destino, muchas de mis desgracias no hubieran existido; ni seguirían estando vigentes. Ojalá pronto pueda volver a las tierras australes y dejar de lado este mundo de bestias tan faltas de raciocinio. Ahora que yo mando en mi destino, ahora que puedo decidir, no puedo soltar todas esas costuras que me impiden el volver a mi terruño.

Será el castigo que merezco por las veces que he hecho daño, por las cosas que hice y no debía; las cosas que al final cuando llegue la hora de rendir cuentas me harán pagar en el infierno. Damnificado soy, y culpable también, por querer echar raíces donde nadie quería que las dejara. Ahora mis raíces están cortadas del todo, y me siento un apátrida.

Lamentablemente, ni el tiempo ni la razón me ayudarán.