viernes, 7 de noviembre de 2014

Tempus fugit

Saber que no me amas, y que amas a otro, y no sentirme derrotado ni solo...



Se fue... y pensé que ya no más.

De pronto un día, ves a una persona... y todo vuelve a empezar.



sábado, 10 de mayo de 2014

Háblame.





La
pregunta de siempre, pero que no deja uno de hacerse: ¿es posible enamorarse de
pronto, a primera vista? ¿es posible enamorarse de alguien mucho más mayor que
uno? Hace algún tiempo pensaba que era algo impensable, pero de pronto (creo)
que ha pasado. Siempre he entendido que la gente se enamore de alguien –más o
menos- de su entorno relativamente cercano, pero en este caso, la madura
viajera, como la podríamos denominar, vive exactamente en las antípodas. Por
otra parte, ¿Qué pensará ella? No se, pero parece ridículo, me encantaría saber
si piensa en mí tanto como yo pienso en ella desde que se marchó, aun siendo
hace tan poco tiempo…




¡Háblame!




jueves, 11 de abril de 2013

Demandas del mercado, o como perder ventas para dárselas a los chinos.

Si, así es. dárselo a los chinos. El poco dinero que tenemos, a los chinos. No quiero hacer un discurso racista o xenófobo, aunque últimamente (bueno, creo que siempre), oigo muchas voces en contra de este colectivo, y yo, aún no teniendo excesivos reparos ante ellos, pienso a veces que económicamente son como las adelfas, y el comercio nacional tampoco hace mucho por remediarlo. A los hechos me remito.
 
Resulta que como mi situación económica no es nada buena, y he estado mucho tiempo (un año), metido en el bar, trabajando catorce y hasta dieciocho horas diarias a veces... pues he tenido el bólido abandonado en el garaje de casa de mis padres, ocasión que aprovechó mi padre para utilizarlo, aunque la verdad es que muy poco. Hace un tiempo, mi padre me comentó que el coche sonaba como un avión, aunque pensando que exageraba, le quité importancia pero, hace unos días, y teniendo en cuenta que me hice con una furgonetilla durante mi etapa de empresario, que tuve que mandar al desguace (pensará todo el mundo que soy un torpe o un gafe, pero ya lo contaré), pues para cargar unas cajas cogí el coche, con mi sorpresa que en cuanto coge velocidad dentro del habitáculo hay un ruido ensordecedor, del cual saqué tres conclusiones: 
 
La primera, que la capacidad auditiva de mi padre cada vez es mas corta (vamos, que está sordo).
 
La segunda, que no puede quedar el coche así.
 
La tercera, que como no tengo dinero, y mi padre (dice) que tampoco, pues que tengo que utilizar mi ingenio para quitar el ruido.
 
Y me puse manos a la obra hoy después de comer, pensando que, muy listo de mi, la avería no era complicada, y que ya la tenía localizada, iba a tardar diez minutos. Hace ya tiempo, le hice un cambio de distribución (bueno, yo no, en un taller), con tan mala suerte, más bien porque los talleres son unos chapuceros, que me partieron una pequeña pieza que sujeta una pestaña de la tapa del filtro de aire, y a medida que ha ido pasando el tiempo se ha hecho una pequeña brecha: el ruido, pensaba yo, era del efecto del aire que entra en el motor cuando intenta penetrar por la ranura que se originó... la solución más económica, una brida de plástico rodeando la pieza que, al cerrarla, iba a dejar cerrado el agujero, y teóricamente, finalizaría el ruido.
 
El primer problema surgió cuando fui a buscar una brida, cosa que entre tantas herramientas, me costó encontrar, aunque exitosamente encontré una. desgraciadamente, la longitud de la brida era muy corta, y no encontré más en casa.
 
Salí de casa para ir a una ferretería, que se supone que tienen dicho material; cerca de mi casa hay una y hace muchos años que está ahí, es una tienda de barrio, de las que siempre apoyo. Allí me atendieron, y le dije lo que quería, pensando que me venderían una, o un paquete de cinco o seis... pero no, me vendía la mujer un paquete de bridas que vendrían unas veinte, por unos cuatro euros con setenta céntimos... y yo llevaba en el bolsillo un (1) euro.
 
El caso es que dado que necesitaba la brida, pero que con una (o por efecto de torpeza), con dos me apañaba, le dije que si no tenían ninguna suelta para venderme, que si me la vendía por 50 céntimos no pasaba nada... pero me dijo amablemente la mujer que no, que sueltas no se venden. Decepcionado, le di las gracias y me marché.
 
Como el problema seguía ahí, y yo solamente tenía un (1) euro, de pronto, recurrí al que siempre llamo último recurso: "voy al chino". Y así, faltando por enésima vez a mis principios, fui a una tienda de chinos en la que, una señora que no habla ni siquiera mi idioma, que me mira con desdén, y que no tiene ni siquiera el mínimo decoro de saludar, me dice: "telcel pasiyo al lado paled", al que me dirigí, y en el que encontré un paquete de bridas, muy similar al de la ferretería, por un (1) euro. Pagué el producto y me fui a casa a terminar mi faena.
 
Mis dudas son las siguientes:
 
- ¿ Por qué una misma cosa tiene tres (3) euros de diferencia entre una tienda y otra? entiendo que los chinos traen todo de su tierra, pero es que la mayoría de las cosas plásticas (por no decir todas) vienen de China. La calidad creo que es la misma, no es un objeto en el que se demuestren excesivas diferencias.
 
- ¿ Por qué la señora de la ferretería no me vendió cuatro bridas del paquete por un (1) euro, por ejemplo? podría luego atarlas de cuatro en cuatro y las podía poner en el expositor por un (1) euro cada una. La gente que se dedica a la electricidad y a otros menesteres seguro que las compran, y hubiera sacado cinco (5) euros de beneficio.
 
No se, yo pienso así, a lo mejor no es bueno trabajar de esa manera, pero opino que el pequeño comercio tiene que modificar sus costumbres... si los chinos pueden, ¿ Por qué nosotros no?
 
 
 

jueves, 4 de abril de 2013

Otra vez, de vuelta.

Así es, después de más de un año, no creo que tenga muchas lecturas este post, pero sin embargo, llevo unos días con un deseo loco de escribir, de hablar, de gritar, de violentarme, de decir mil cosas y no decir ninguna, y al final, cierro la boca.

Después de un año, vuelvo a quedarme en paro, después de comenzar una arriesgada empresa, que me ha salido mal. Mi primera aventura empresarial, y creo que no será la última, hace unos días que quedó completamente finiquitada, casi a cero; dejándome tan solo unas canas, muchos kilos de más y deudas con el fisco, que en los meses sucesivos me sacarán más canas.

Así es, vuelvo al paro, a esa asquerosa situación que odio, y que me da la sensación que volverá a eternizarse, como la última vez.

Y aquí estamos, esperando una llamada que no tengo esperanzas de que llegue, volviendo a los inicios, intentando mirar atrás para buscar quizá los errores que no cometí, para corregirlos y ver, si de esa forma, puedo elegir la otra dirección en el cruce de caminos.

Espero que todos estéis bien.

martes, 3 de enero de 2012

Tiempo, siempre el mismo problema.

Lo he vuelto a hacer. He vuelto a dejar pasar demasiado tiempo antes de renovar el blog. Bueno, en cierto modo es lógico si tenemos en cuenta que no hay muchas novedades, por no decir ninguna; el desempleo se ha convertido en algo ya hasta normal, la universidad, eso sí, ha tenido un empujón bastante importante, cosa que me hace estar feliz. Por otra parte, no hay muchas novedades, quizá que económicamente voy peor que nunca, cosa que tampoco es novedad, y poco más.


La verdad es que sí que hay una novedad, que es en cierto modo relativa. Intento convertirme en empresario, ya que nadie me contrata, me doy el trabajo yo mismo, que para eso sí que valgo. He estado barajando muchas posibilidades, he pedido presupuestos, hecho dossieres, hablado con Bancos, gente que podría ayudarme... y aunque la verdad es que de momento no he tenido muchos éxitos, creo que pronto podré desarrollar las cosas como quiero. Espero que de una puñetera vez las cosas salgan, que esto quema ya un poco.


jueves, 1 de septiembre de 2011

30 de Agosto...

De 1993, ese día te fuiste de nosotros. Llevabas mucho tiempo ausente, ida, pero aún yo te seguía mirando como siempre fuiste, la persona más importante de mi vida.

Me duele este día, me duele profundamente, porque es el día en el que vi como un cajón bajaba tu cuerpo inerte al fin de la tierra; como en el ultimo momento, mientras echaban tierra sobre el féretro, conseguí besar una flor blanca y dejarla caer para que una pequeña parte de mi se fuera contigo, esa pequeña parte que, a pesar de mis nueve años, se marchó contigo.

30 de Agosto de 1993, día nublado, en el que a eso de las once de la mañana, pude ver tu cuerpo antes de ser amortajado, pude estar con mamá tomando tu fría mano, ver tu semblante sereno, de paz, de descanso, ese descanso que por fin te merecías después de tanto tiempo recibiendo golpes por la maldita enfermedad.

Hoy es un día triste, si, muy triste. Pero por otro lado es un día amargamente alegre, pues a pesar de los dieciocho años que han pasado, no te olvido, y espero nunca olvidarte, pues es la única manera que te mantengas viva entre nosotros.

jueves, 30 de junio de 2011

1999

Te recuerdo así, como el año en que te conocí. Y a pesar de que pasan y pasan los años, pasa la gente, pasa la vida y pasa las cosas, te sigo viendo en la mente; y así se sigue moviendo todo, a pesar del tiempo. Te recuerdo en el cruce entre mi calle y la avenida, en aquel cruce que tanto odiaba los Lunes, los Miércoles y algunos Viernes... cuando era verte decirme adios con esa sonrisa natural, esa expresión tranquila y llena de confianza, y yo me sentía triste, y pensaba como amaba ese momento, al verte alejarte, y como lo odiaba, al ver que te ibas. Recuerdo también aquel perfume de todos tus días y de todas tus tardes, ese perfume que me inundaba cuando te sentabas a mi lado en el autobús, que se quedó clavado en mi nariz y en mi cabeza, cuando era un bobo virginal y lampiño, cuando salía a la calle en chándal (estaba en el instituto, era así de triste), cuando tenía miles de pájaros en la cabeza, cuando dejé de saber y de pensar en qué quería hacer conmigo mismo; esos momentos eran los únicos del día en los que tenía claro lo que quería en ese momento, y en aquel momento pensaba que para toda la vida, cuando quería que se parara el tiempo; y quedarme mirandote ahí parado por siempre, sintiendo tu aroma impregnada en mí, y viendote pasar el cruce ligeramente, como aquel amante en secreto que me sentía que era, y que no tenía arrestos de decirte lo que había en mi cabeza.




Doce años... largos. Tres empleos, una carrera aún sin acabar; tres relaciones, dos de ellas que fueron un error, una de ellas, la más duradera, la convertí yo por ser tan imbécil en error; varios affaires, sin ninguna importancia aparte de la meramente carnal; dos accidentes de coche, que podían haber sido más graves de lo que fueron; un proyecto fallido de independencia, y un último año de éxitos pequeños y grandes fracasos, del que llevamos sólo la mitad, y que a pesar de los fracasos intento aún no dar por perdido.




Después de doce años te vuelvo a encontrar, y después de doce años, te sigo viendo igual... has crecido, yo también. Tu eres médico, y yo intento ser abogado; no se si somos diferentes de cuando teníamos 15 años... yo algo cambié, el tiempo quizá me ha endurecido un poco, los palos me han hecho dejar de ser tan bobo como era; tu, no lo sé, te veo igual. El Sábado te vi, me sorprendió verte de lejos, sonriendo a los que te hablaban, charlando con tu amiga, viendo alrededor sin mirar nada, fumando un cigarrillo, tomando un trago, riendole la gracia a quien intenta serlo, volviendo a llevarte el cigarrillo a los labios, hablando con más amigas, posando en la foto... y yo ahí, con mi disfraz de peñista, mirándote con algo de disimulo, haciendome un poco el tonto, perdiendo mi mirada a ratos, para no parecer el esclavo de tu imagen, del reflejo de tus ojos grises y verdes, para no volver a parecerme tanto a aquel bobo lampiño de 1999.




Y después de dos horas ahí parado, escapandome a ratos al baño, o a hablar con unos y con otros, a perderme por reclamo de otros en el borde del escenario... de pronto, te tuve al alcance del brazo, y fruto creo del alcohol (valiente pero dañino amigo, aunque no en exceso), te saludé. Me miraste, me sonreiste, me hiciste una mueca graciosa, y me diste un abrazo, corto, pero suficiente para poder reconocer aquel perfume otra vez, ese perfume que no he vuelto a sentir en nadie... a lo mejor es tu olor, no lo sé, pero volvieron a mi mente mis sentimientos de niño inocente, esa sensación de vacío en el estómago que nunca más volví a sentir, ese vacío tan grande de tenerte tan cerca y a la vez tan lejos...




Pero te hablé, y me sonreiste, y pude hablar, y expresarme. Pero como siempre, no te dije lo que sentía. No hubo tiempo, lo se, pues entre el tumulto y la gente al final no era el lugar. Y como en todos nuestros encuentros, y en todos mis finales, termino con la melancolía del Whisky y el cigarro en la mano, viendo como te alejas. Y como yo, como siempre, me quedo mirando los espacios vacíos de mi falta de valor.