jueves, 11 de junio de 2009

El pastor

ESTO QUE ESTÁ ESCRITO EN CURSIVA NO HACE FALTA LEERLO, LO HE PUESTO POR EJEMPLIFICAR LO QUE HE ESCRITO, NO PENSÉIS QUE ME HE VUELTO LOCO.

6 Y miré cuando el Cordero abrió el primero de los siete sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes que decía con voz de trueno: "¡Ven!" 2 Y miré, y he aquí un caballo blanco. El que estaba montado sobre él tenía un arco, y le fue dada una corona; y salió venciendo y para vencer.
3 Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: "¡Ven!" 4 Y salió otro caballo, rojo. Al que estaba montado sobre él, le fue dado poder para quitar la paz de la tierra y para que se matasen unos a otros. Y le fue dada una gran espada.
5 Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente que decía: "¡Ven!" Y miré y he aquí un caballo negro, y el que estaba montado sobre él tenía una balanza en su mano. 6 Y oí como una voz en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: "¡Una medida de trigo por un denario, y tres medidas de cebada por un denario! Y no hagas ningún daño al vino ni al aceite."
7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente que decía: "¡Ven!" 8 Y miré, y he aquí un caballo pálido; y el que estaba montado sobre él se llamaba Muerte; y el Hades le seguía muy de cerca. A ellos les fue dado poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada y con hambre y con pestilencia y por las fieras del campo.
9 Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos a causa de la palabra de Dios y del testimonio que ellos tenían. 10 Y clamaban a gran voz diciendo: "¿Hasta cuándo, oh soberano Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre sobre los que moran en la tierra?" 11 Y a cada uno de ellos le fue dado un vestido blanco; y se les dijo que descansaran todavía un poco de tiempo, hasta que se completase el número de sus consiervos y sus hermanos que también habían de ser muertos como ellos.
12 Y miré cuando él abrió el sexto sello, y se produjo un gran terremoto. El sol se puso negro como tela de cilicio; la luna entera se puso como sangre, 13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como una higuera arroja sus higos tardíos cuando es sacudida por un fuerte viento. 14 El cielo fue apartado como un pergamino enrollado, y toda montaña e isla fueron removidas de sus lugares. 15 Los reyes de la tierra, los grandes, los comandantes, los ricos, los poderosos, todo esclavo y todo libre se escondieron en las cuevas y entre las peñas de las montañas, 16 y decían a las montañas y a las peñas: "Caed sobre nosotros y escondednos del rostro del que está sentado sobre el trono y de la ira del Cordero. 17 Porque ha llegado el gran día de su ira, y ¡quién podrá permanecer de pie!"


Extracto del libro del apocalipsis.


Cuando ha llegado a mí un extracto de la biblia, como es este, siempre me acuerdo de mi abuelo; un suboficial mayor de Carabineros en retiro (la Policía en Chile, como los Carabinieri italianos, pero que en algún momento tuvieron una clara influencia alemana, o más bien nazi), de recia y esbelta figura aún a sus ochenta y muchos años, de duros modales y una a veces extrema severidad, supongo que por sus orígenes campesinos (mi bisabuelo, por lo poco que se, era un Español que llegó a Chile a principios del siglo XX que tenía algunas tierras en las afueras del Santiago de aquel entonces, por donde ahora pasa la circunvalación de Américo Vespucio Norte (seguro que lo sabes Nat ;) ), y con el cual reconozco no haber tenido nunca demasiada empatía, ya que no era un abuelo de tipo estandard, al menos, por los datos que tengo de abuelos de personas que conozco.


Como contaba, cuando ha llegado a mis manos algún pasaje de la biblia, por libros, o bien por el derecho Canónico (asignatura, por cierto, bastante complicada), siempre me viene a la mente la imagen de ese recio anciano, sentado en el patio de la antigua casa, leyendo con lentitud, pero con absoluta concentración y seriedad, una biblia gastada, de tapas de piel, y las hojas con borde dorado... seguro que alguna vez habréis visto un libro así.


En mi mocedad, no entendía por qué mi abuelo devoraba ese viejo libro; cuando entré en el colegio (del que ya hablaré), en parte, comprendí qué era lo que leía, y también comprendí el motivo por el que, muy de vez en cuando, ibamos a la iglesia y mi abuelo subía al púlpito, hablando de cosas relacionadas con el infierno, con el pecado, la redención, la vida eterna, la sumisión de la mujer y cosas extrañas para el entendimiento de un infante: mi abuelo era pastor evangélico, o Canuto, como les llama de forma peyorativa mi padre.


Al pobre viejo se lo llevo la muerte en el año 2003, con noventa años. Desaparecieron con el las misas, los feligreses, y lo que más me llamó la atención, la biblia gastada que siempre llevaba consigo, dentro de un portafolios de piel, que siempre fue el mismo, y que siempre pareció nuevo; biblia que, según dice mi padre alguna vez, se sabía de memoria. Andando el tiempo, siempre me he preguntado qué habrá pasado con aquel libro.


En el año 2005, volví a la iglesia, que es propiedad de la familia. Del recuerdo que tenía de la infancia de aquel edificio blanco inmaculado, del patio, y de la casa trasera, que a la vez sirvió, en algunos momentos, de residencia de verano de los abuelos, sólo quedaban las edificaciones, los muebles, las bancas de madera de roble (que dicho sea de paso, son de una calidad alucinante)... pero, a pesar de tener a un familiar viviendo allí, teóricamente para cuidar la casa hasta su venta (que mejor se habría quedado el terreno cerrado con un candado), la sombra del abandono se hacía patente en todo, en la entrada a la iglesia (que es independiente a la de la casa), la entrada de la casa, el jardín, la cochera, las puertas marcadas por el óxido... como si por la muerte de sus dueños la casa hubiera ido muriendo poco a poco también.


Y de la biblia nunca más supe, incluso subí al púlpito para ver si, por esas curiosidades de la vida, seguía allí y nadie se había percatado de ello; no por fé, más bien por curiosidad. Pero ni siquiera ahí, donde el pastor desplegaba con más facilidad, soltura y eficacia su poder de convicción, había quedado un rastro de lo que ese púlpito en un tiempo fue, ni de la vieja biblia tampoco.


Nota al pie: está claro que, si me hubiera encontrado aquella biblia ahí, me la hubiera guardado en la chaqueta y me la hubiera llevado. Y si un día llega a mis manos, evidentemente, la guardaré.

4 comentarios:

Nat dijo...

Qué curioso, mi abuelo paterno también perteneció a Carabineros... murió cuando yo era aún una niña y recuerdo muy poco de él. Me parecía ser duro y lejano, aunque según cuentan mis padres y tíos, el "abuelito Orlando" fue muy cariñoso conmigo y con mi hermana, es más, dicen que fuimos las únicas nietas a quienes él tomó en brazos y arrulló... Son bonitas historias que quedan en la familia.
Un beso, qué gusto que estés escribiendo tan a menudo!

abulico dijo...

El mio tambien es el abuelo paterno, que coincidencias, no? Aunque si que me acuerdo de él bastante, a pesar de que la ultima vez que le vi con vida yo tenía nueve años.

Es lo malo de tener buena memoria.

Creo que la dureza es intrínseca al cuerpo de carabineros.

Esther dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Esther dijo...

Sí, aunque aun así no la leyeras, sería como un tesoro.

Yo no sé si quizás tenga orígenes franceses, quizás, no sé... o sino, vizcaínos por lo que he oído de mi familia, de mi bisabuelo; la verdad es que no lo tengo muy claro. Pero, supongo que como todo el mundo, seremos como una ensalada tb ¡Je,je! Así que a saber.

Son bonitas esas historias.

Yo a un abuelo mío no le conocí y a otros dos casi ni les conocí, es que casi ni me acuerdo de ellos, sólo tengo imágenes borrosas: se murieron cuando era muy pequeña. A la que más conocí es a una abuelita mía, que esa sí que duró más, se murió cuando tenía como unos 15 años. Pero, me acuerdo de ella perfectamente. Los últimos días en los que vivió, se los pasaba llorando muchas veces, quejándose y diciendo que no se quería morir...

Tb me hiciste acordarme de la casa de mis abuelos que visité un día, cuando creo que ya estaban muertos y no la habían tirado. Yo quise entrar pero, no se podía, así que aparte de curiosear lo que se veía en la planta baja, me las apañé para trepar hasta la ventana de arriba, donde vi una cama y era extraño, porque desde fuera me parecía que todo estuviera intacto, como si aún hubiera gente viviendo allí. Me hubiera gustado poder entrar y fisgonear por todos sitios. Ellos tb eran campesinos.

Es bonito eso de reencontrarse con tu pasado, que es una parte de ti tb.

Biblias en mi casa... mi hermano tenía una especial a la que tenía mucho cariño pero, si te digo la verdad en mi vida he leído La Biblia. Creo que una vez leí un poco un Nuevo Testamento que me dieron en la Comunión pero, me cansé.

Sorry, me equivoqué, por eso borré el de arriba.

Saluditos.